Por: Fernando Cillóniz
¡Cómo cambian los tiempos! Hoy – para muchos cajamarquinos – “Goyo Santos” es una mala palabra. Y “Marco Arana” también. Así están las cosas con los líderes más emblemáticos de la anti-minería cajamarquina.
Acabo de estar por Cajamarca y me ha impresionado el sentimiento de repudio ciudadano hacia ambos personajes. Y pensar que llegaron a ser recontra populares… en su momento.
¿Qué pasó? Pues la economía regional está “chihuán”. No hay trabajo en Cajamarca. El comercio está parado. Los jóvenes migran en gran número a la Costa. El otrora cuantioso Canon Minero se ha reducido significativamente. El Gobierno Regional y los Gobiernos Municipales no tienen plata. Hay mucho desánimo – hoy – en Cajamarca.
Para los que conocimos Cajamarca antes y durante la bonanza minera, la explicación es muy sencilla. Allá en el 2012, Yanacocha – la gran mina de oro de Cajamarca – produjo 3´000,000 de onzas. Para que tengan una idea, el precio del oro bordea actualmente los US$ 1,300 / onza. Eso quiere decir que la producción de Yanacocha raspaba los US$ 4,000 millones por año.
El año pasado la producción cayó a 500,000 onzas. Es decir ¡seis veces menos! Y tal como van las cosas, la producción de oro caerá a 300,000 onzas al año. O sea ¡diez veces menos!
En el 2012 – y años siguientes – Cajamarca vivió la gran bonanza minera. El Canon Minero alcanzó su máxima expresión. Es decir, hubo plata para inversión en infraestructura para el Gobierno Regional, Gobiernos Locales, y Universidades. Pero más importante aún. Hubo mucho trabajo para los cajamarquinos. Se crearon muchas empresas proveedoras de bienes y servicios. Los hoteles y restaurantes andaban boyantes. Se construyeron centros comerciales, urbanizaciones, recintos deportivos, escuelas, hospitales, carreteras, reservorios, plantas de tratamiento de agua, etc. En esos años Cajamarca vivió un auténtico boom inmobiliario.
Pero ahí no quedó todo. Se plantaron muchos bosques de pinos. La ganadería e industria lechera prosperaron mucho en aquel entonces. La agricultura y la piscicultura, igual. Se construyó el Centro de Innovación Tecnológico en Joyería de Oro y Plata. Realmente, Cajamarca progresó mucho de la mano de su minería aurífera.
Ahora – en cambio – se habla del “Legado de Yanacocha”. Lo cual me suena a “testamento”. Es decir, como si la minería cajamarquina estuviera agonizando. ¡Una lástima!
Pero ojo. No todo está perdido. El oro de Cajamarca sigue allí. El problema fue que Goyo Santos y Marco Arana engañaron a la población para impedir su explotación. Es cuestión de cambiar de actitud. En vez de chillar “agua sí, oro no”, habría que corear todos “agua sí, oro también”.
¡Qué daño tan grande causan los anti-mineros! Y no me refiero a los que se oponen a la contaminación ambiental, con quienes me identifico plenamente. Me refiero a los anti-mineros como Santos y Arana que se oponen a la minería… simplemente porque sí. Pareciera que su objetivo es perpetuar la pobreza de los cajamarquinos. Porque ¡vaya que lo han logrado!
Cajamarca ganadera, forestal, agrícola, piscícola, turística, industrial, artesanal, comercial… y minera. He ahí la imagen del futuro económico deseado para Cajamarca. ¡No a la anti-minería chantajista y politiquera! ¡Agua sí, oro también! Ese es el grito que deben corear los cajamarquinos. Todo lo demás vendrá por añadidura. Cajamarca merece recuperar su bienestar.
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